lunes, 17 de enero de 2011

Para dejar de fumar o La botellita




Especialmente (reeditado) a pedido de Miss Marple y por supuesto, dedicado a ella. 

Había una larga fila de paraguas. Llovía mucho. Yo, igual que siempre, tenía muchas ganas de fumar, pero estaba haciendo una terapia para dejar. Yo fumo en todos lados, incluso bajo el paraguas. Saqué el encendedor, casi se me cae el paraguas, después saqué los cigarros que estaban envueltos en una planilla que había que llenar cada vez que quisieras fumar. Los tenía en el bolsillo del saco sport. Sujeté los cigarrillos y la planilla bajo la pera mientras sacaba del otro bolsillo la birome y saqué la planilla. Prolijo, anoté la hora, la razón por la que iba a fumar, llené los otros 6 ítems, día, hora, grado de importancia del cigarrillo, qué estaba haciendo cuando lo iba a fumar, etc. y guardé los cigarros adentro de la planilla, sujeté la planilla con una gomita y metí todo en el bolsillo. Ahí me di cuenta que me había olvidado de sacar el cigarrillo para fumar después de llenar toda la planilla. Y que tenía que volver a sacar los cigarros…Ya se me había mojado todo el culo de tanto mover el paraguas para sacar el cigarrillo. Ya me sentía un perfecto boludo. Bueno, la más pura verdad, casi siempre me siento así. Si me decido a contarles, más vale que sea todo. 
Yo tenía mi botellita de agua en la mano. Porque nos mandaron tomar mucha agua para eliminar la nicotina. Pensé que ya que no lo había prendido mejor tomaba agua y me lo salteaba. La idea por ahora era evitar fumar todos los que pudiera. Maniobré con el paraguas, abrí la botella y tomé, ahí mismo, un sorbo de agua. La dejé abierta porque la tenía que tomar con pajita me explicaron…cigarro, pajita…pajita, cigarro, ¿Se entiende? me dijo la terapeuta, mirándome como todas, como boludo, además de adicto… Y también me dijo que fumara agarrando el cigarro entre el meñique y el anular.
Mi paraguas es difícil de manipular porque es casi tan grande como una sombrilla, así que tuve que hacer magia para que no se me cayera al piso la botellita.
De golpe, la mina más divina que se puedan imaginar apareció al lado mío en la cola. El agua le chorreaba por la frente, por la blusa, por la cadera. A decir verdad, tenía toda la blusa pegada al pecho. Se le marcaba todo… Ah! Qué terrible…Yo lo primero que pensé fue en fumar, nada más para calmar la excitación, los nervios…Pero no iba a empezar a mover todo el paraguas para sacar los cigarros de adentro del bolsillo y de adentro de la planilla, y menos escribir… Así que junté coraje y decidí no fumar, hasta juré para mis adentros que si me daba bola yo no fumaba más. Estaba tentado de tocarla… ¿sería por el síndrome de abstinencia? En la próxima sesión voy a preguntar. Yo la miré y empecé a chorrear sudor. Parecía que el paraguas estuviera lleno de agujeros y que yo me estuviera mojando de tanta agua que me corría por la frente y la cara… Y no hacía calor. Reconocí el síntoma y manoteé un chicle de nicotina y me lo puse. Lo empecé a pasar de un lado a otro de la boca, como nos enseñaron. Ella no tenía ningún paraguas, ni siquiera un pilot. Alta, rubia, de esas mujeres que te das vuelta para mirar cuando vas por la calle, tenía como 25 años, y estaba re buena...No sé de dónde saqué coraje, pero, pegando el chicle a un costado de la boca, la invité a usar mi paraguas. Ninguna mina me da bola, pero ella aceptó. Yo puse el paraguas sobre ella, como el caballero que soy, y quedé, ahí si, con todo el culo afuera del paraguas. Los cigarros seguro que debían estar empapados. Pero no importaba. Ahora tenía que cumplir lo prometido. No iba a fumar más. Después me dijo que tenía frío. Pasé el chicle para el otro cachete y le ofrecí mi saco.
Ella aceptó y me dio las gracias. Estaba ansiosa. Movía las manos todo el tiempo, como palpando el aire. Igual hacía yo con el chicle, lo paseaba por la boca. Yo ya estaba como loco y me di cuenta de que no me importaban nada los cigarros, ni la planilla ni nada y que quería que ella me palpara así, como palpaba el aire.
Se tocaba la pancita. Se le veía el ombligo…Ah…. Le pregunté si tenía hambre y le ofrecí un sándwich que tenía en el bolsillo, que era el mismo de la planilla y los cigarros. Tuve problemas para sacarlo, sin tirar todo a la mierda, pero lo logré.
Ella se lo comió todo, despacito. Es una mina con el sí fácil, pensé, entusiasmado… Pero al mismo tiempo que lo comía lo acariciaba. Era medio raro lo de la caricia… porque eso de acariciar la comida yo no lo había visto nunca como ningún fetiche y mirá que me como los programas de i-sat y los especiales sobre sexo que dan en el cable. Además, me leo a Donato todas las semanas, a ver si puedo aprender algo de los tipos que van al telo. Porque yo, práctica no tengo mucha. Lo mío es la teoría. Ando volando con las abstracciones. Y yo, ese fetiche, no conozco. Yo la miraba embobado. Y pensaba en otras caricias….
Se pasó las manos por el cuerpo, las piernas y el pelo. Fue como un reconocimiento que hizo. Ahorro palabras…¿Para qué les voy a decir, si ya se imaginan?
-¿Hay algo más que me puedas dar?- me dijo… ¡Sí, les juro, eso me dijo! De la impresión me tragué el chicle. Por supuesto que yo, aunque sorprendido por el éxito, porque las mujeres ni siquiera me contestan cuando les pregunto si pasó el 127, entendí la indirecta, la saqué como un caballero de la cola, ella me siguió los pasos, y me la llevé a mi casa.
Nos acostamos. Evidentemente, era su primera vez. Yo, con toda la teoría que tengo, me dí cuenta enseguida. Era medio raro en una mina así, pero entonces mi hazaña cada vez tenía mayores proporciones! Y que conste que estoy hablando de las proporciones de la hazaña, y no de otras proporciones…En esas meditaciones estaba, cuando escucho:
-Quiero más- Y bueno…
Lo volvimos a hacer. Porque yo, como dije, un caballero. Sólo la hice esperar unos minutos, minucias…
Ella más bien parecía una presa recién salida de la cárcel. Yo, un caballero, pero después del segundo, ya no podía más….Había quedado muerto…Y además, me olvidé de mi promesa, ya no aguanté más y saqué la planilla, y la llené paso a paso, mientras ella me miraba con cara de no entender... Después saqué los cigarros del bolsillo del pantalón, medio mojados, y prendí uno. ¡ Ah, qué placer ! Lo agarré por supuesto entre el meñique y el anular, como dijo la terapeuta. Me quemaba un poco, pero, era algo. En eso la miro y veo que la insaciable había fruncido la nariz, como con asco.
-Me voy- me dijo. Le di una pitada honda al cigarro como si quisiera fumarme 10 juntos y lo apagué, pero ya era tarde… Ella juntó sus cosas.
Empezó a llover otra vez. Fuerte.
Me adelanté y le ofrecí el paraguas.
Lo agarró y me pidió la botellita.
Yo se la di. Ella la empezó a retorcer con las manos, después la pisó y la tiró a la basura cuando llegamos a la vereda.
-¿Qué hacés? - le decía yo…Una y otra vez. Ella no me contestaba.
-La necesito….Yo… La botellita…
Me contestó recién después de tres veces que le pregunté, igual que cuando espero el 127. Los ojos le echaban chispas.
-La tiro, porque yo no me meto más en esa botella. Acá afuera estoy mucho mejor y soy libre. Me gusta lo que me da la vida. Pero ahora me voy a la cola a ver si consigo otro caballero que me dé más, cuando yo le pido y que no prefiera en lugar de eso escribir en una hojita y ponerse en la boca esos cilindritos blancos que largan ese olor tan asqueroso… Justo cuando hiciste eso, yo estaba por preguntarte cuáles eran tus otros dos deseos… Nosotras, ya no somos como las de antes…Concedemos deseos, pero también nos tienen que cumplir los nuestros….Y vos…
Tuvo piedad. Sin agregar más nada, se fue, bamboleando las caderas, a la cola de nuevo, y yo, metí la mano en el bolsillo, saqué los cigarros y los rompí todos. Y fui, como loco, a buscar otra botellita…
En una de esas, se me aparecía una morocha…y si no, paciencia, por lo menos dejaba de fumar…
Otros dejarán de fumar por convicción, por cuidar su salud, por los hijos…Yo dejé para no sentirme más como un boludo. Y, aunque las demás mujeres me siguen mirando igual que siempre, por lo menos, la terapeuta, no.